El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico que consiste en el deterioro del mismo. Afecta primero a la visión periférica y continúa hacia el centro, pudiendo ocasionar la pérdida total de visión. Regenerar el nervio óptico, hoy en día, no es posible por lo que se considerada una enfermedad crónica que actualmente no tiene cura.
Al glaucoma se le conoce como la “ceguera silenciosa”, ya que no presenta síntomas hasta muy avanzada la enfermedad. Se trata de la primera causa de ceguera en el mundo por detrás de las cataratas. Actualmente, lo padecen 75 millones de personas en el mundo y, se estima que en 2040 serán 111 millones, pero lo más llamativo es que solo el 50% de los afectados saben que la padecen.
El principal factor de riesgo que puede desencadenar un glaucoma es la presión intra ocular (PIO), aunque hay glaucomas que no tienen hipertensión.
Otros factores de riesgo son los antecedentes familiares, la edad superior a 50 años, enfermedades o traumatismos oculares previos, miopías o hipermetropías altas, ser de raza africana o asiática, o tener diabetes.
No todos padeceremos glaucoma, pero al tratarse de una enfermedad que no presenta síntomas, la clave está en la prevención y en el diagnóstico precoz. Se remienda someterse a revisiones periódicas cada dos años, a partir de los 40 años y cada año, si se cumplen algunos de los factores de riesgo anteriormente nombrados.
Llevar un estilo de vida saludable también contribuye a prevenir entre otras enfermedades, el glaucoma. La práctica de ejercicio junto con una dieta mediterránea ayuda a mejorar la circulación en general y, por lo tanto, la del nervio óptico. Realizar ejercicio habitualmente como el running, caminar deprisa o la gimnasia tradicional, aporta un mayor contenido de oxígeno a los tejidos, incluido el nervio óptico. Sin embargo, hay que tener especial cuidado con ciertos deportes como la halterofilia y los que se practican en condiciones barométricas extremas como el buceo. También la práctica del canto o tocar instrumentos de viento, sin una técnica de adecuada, aumentan temporalmente la presión intraocular.
Una alimentación saludable tipo “mediterránea” basada en cereales, frutas, legumbres, carnes, pescados y lácteos; un consumo moderado de alimentos como el café, té y el chocolate puro tienen un efecto antioxidante que mejora la circulación sobre el nervio óptico, al igual que el consumo de pescado rico en ácidos grasos omega 3, omega 6 y los alimentos con alto contenido en magnesio.
También conviene controlar la tensión arterial, ya que tanto la hipertensión como la hipotensión arterial, aumentan el riesgo de tener glaucoma.
Lo hábitos poco saludables como el tabaco, reducen el aporte de oxígeno en la sangre, aumenta la presión arterial y produce neurotoxicidad, factores que no ayudan a la prevención del glaucoma. Dejar de fumar no es fácil, pero vale la pena si lo que está en juego es la pérdida de visión.
Aquí tienes más información sobre el glaucoma, detección y tratamiento.